[Suena ‘Till It Happens To You’ de fondo, de Corinne Bailey Rae, mientras escribo este Haz de Luz.]
Recuerdo perfectamente ese momento en el que, después de mucho tiempo buscando, acabé encontrando.
Encontré la forma de hacer de mi pasión, mi profesión. Y en cuestión de días, todo empezó a tener sentido. Todo. Fue increíble.
Hoy, en este Haz de Luz, quiero compartirte lo que sentí en ese momento. Lo que sentí los días siguientes y lo que sigo sintiendo a día de hoy, 2 años después de tomar la decisión de formarme como Coach.
Te he contado en varias ocasiones mi historia. Decidí estudiar el Grado de Comunicación y Relaciones Públicas por descarte. ¿Periodismo? No. ¿Economía? No. ¿Magisterio? Tampoco. ¿Comunicación? Venga, no pinta mal.
El caso es que estudié la carrera viendo cómo mis compañeras se sabían de memoria el listado de las mejores agencias de publicidad de Valencia o de España, incluso, pero… No. A mí ese listado no me interesaba ni lo más mínimo.
El caso es que empecé a trabajar como Responsable de Comunicación y Marketing para marcas del sector del lujo que me encantaban y con las que me sentía muy identificada, pero… No. Eso no era lo mío.
El caso es que empecé a trabajar en una agencia de marketing digital con el mejor jefe del planeta y los mejores compañeros de la galaxia, pero… No. Ese no era mi lugar.
Hasta que descubrí el crecimiento personal y se abrió ante mí un mundo lleno de posibilidades.
Hasta que descubrí el Coaching y esas preguntas que llegaron a atormentarme por fin tuvieron respuestas.
Hasta que me vi capaz de formarme como Coach y emprender mi propio negocio.
Recuerdo perfectamente ese momento.
A esas alturas yo ya me había dado cuenta de que mi tiempo libre lo dedicaba, sobre todo, a aprender más, y más, y más sobre desarrollo personal. Me sentía atrapada y, lo cierto, es que yo estaba la mar de a gusto.
Libros, entrevistas, podcasts, programas, perfiles, artículos…
Nunca tenía suficiente.
Una parte de mí me decía que necesitaba dar un paso en firme hacia adelante. Pero no sabía cuál. Sentía que había llegado a un callejón sin salida.
Pensaba… “Vale. Esto me gusta. Y mucho. Y ahora… ¿Qué?”.
Llevaba varias semanas barajando la posibilidad de estudiar el Grado de Psicología. Pero una vocecita me susurraba que ese no era el camino. Que eso no era en realidad lo que yo quería. Que si tomaba esa decisión, de nuevo, sería por descarte.
Y yo no quería eso para mí otra vez. No me lo merecía.
Merecía estudiar algo que me ilusionara. Que me hiciera sentir segura de mí misma. Segura de la decisión que estaba tomando.
Recuerdo perfectamente ese momento. Cuando escuché un directo de Instagram en el que una Coach y una Psicóloga hablaban de las diferencias entre ambas disciplinas.
Y el tiempo se paró.
Lo sentí. Sentí ese clic que tanto tiempo estaba esperando. Estaba en el coche, aparqué, y sentí que el cielo se teñía de mil colores y que la vida bailaba en sintonía conmigo.
“Esto sí”, pensé. “ESTO SÍ”.
Empecé a bailar y a cantar mi canción favorita (la de esa semana) como una loca.
Curiosamente, me sentía pletórica y en calma al mismo tiempo y a partes iguales. Al principio no entendía muy bien cómo podían complementarse ambas emociones aparentemente contrarias. Ahora sí.
Por un lado, estaba nerviosa, ilusionada y tenía ganas de comerme el mundo con patatas y kétchup. De repente, mi vida tenía más sentido que nunca.
Cerraba los ojos y me imaginaba a mí misma cumpliendo todos mis sueños. Logrando todos los objetivos que se empezaron a arremolinar en mi cabeza. Me gustaba lo que veía. Mi futuro laboral. Ahora sí.
Por otro lado, por primera vez experimenté esa serenidad absoluta que te da el sentir en cada poro de tu piel que has encontrado tu propósito de vida. Ahora sí.
Recuerdo perfectamente ese momento. Adrenalina y quietud. Para mí, fue mágico.
Tal vez pienses que estoy exagerando.
Bueno, tal vez. Me considero una persona bastante intensa, emocionalmente hablando. Y precisamente es algo que me encanta de mí. Me gusta sentir cómo las emociones me atraviesan. Y este es uno de los motivos por los que me he especializado en la gestión e inteligencia emocional. Mi Coaching es Transemocional. Todo tiene sentido, ¿verdad?
Sigo.
Ese día no le conté a nadie la decisión que acababa de tomar: iba a estudiar Coaching e iba a ser Coach. Lo tenía TAN claro. Era capaz de verlo. No había ni un ápice de duda. Y quería que esas emociones que estaban invadiendo mi cuerpo fuesen solo mías durante uno o dos días.
Pero la mejor sensación es la que vino después. Cuando bajó el subidón del momento. Durante varios días sentí que estaba en una nube, te lo prometo. Andaba como si estuviera flotando. De verdad.
Mi mente se transformó en un generador incansable de pensamientos que empezaban por algo parecido a “claro, ahora entiendo…”. Así es.
Por fin entendía mis ganas de preguntar constantemente a las personas de mi entorno cómo estaban, cómo se sentían y cómo andaban sus vidas. Sentía (siento) una curiosidad real y un interés genuino por el vaivén de sus pensamientos y sus emociones. Y lo mismo me pasa con mis Coachees.
Créeme si te digo que muchas veces tenía que morderme la lengua porque era consciente de que mis preguntas, en ocasiones, podían resultar incómodas. Antes de saber qué era el Coaching, resulta que yo ya hacía sesiones y no lo sabía. La vida… Y sus cositas.
Por fin entendía la alegría que sentía cuando alguien, quien fuera, me compartía que había tomado una decisión importante o que iba a iniciar un nuevo proyecto. Me hacía ilusión, incluso. Ilusión elevada el cuadrado.
Créeme si te digo que muchas veces hasta yo me sorprendía de cuánto me implicaba en los procesos de cambio de personas de mi alrededor. Más o menos conocidas.
Por fin entendía mi lado más reflexivo y sentía que tenía un sentido y un para qué. Ese lado más mío del que me había llegado a avergonzar cuando alguien me decía: “eres demasiado profunda”. Como si fuera algo malo.
Créeme si te digo que me siento enormemente feliz, agradecida y afortunada por mi trabajo, que me permite conectar profundamente con alguien a quien acabo de conocer, un cliente, que ya en su primera sesión me comparte algo que nunca antes había verbalizado.
Y por último, pero no por ello menos importante, por fin entendía cuánto me gustaba ayudar a otras personas a que pasaran a la acción cuando se sentían bloqueadas o limitadas. Ponérselo fácil dándoles mil y una opciones que ellos no eran capaces de ver. Pero yo sí.
Créeme si te digo que me sentía Arquímedes, invadida de tantos ‘eureka’. Y por fin, por fin, POR FIN, sentía que todas las piezas del puzzle que era mi vida encajaban a la perfección.
Han pasado un par de años y todavía sonrío de oreja a oreja cuando pienso en este trocito de mi historia, que hoy he compartido contigo. Buscando, acabé encontrando mi propósito de vida: ayudar a otras personas a encontrar el suyo.
Ayudar a otras personas en sus procesos de autoconocimiento. A sentir y abrazar sus emociones. A pasar a la acción. A tomar decisiones. A ser felices.
Estoy orgullosa de mí. Y no me avergüenza ‘decirlo’ en voz alta. Al contrario.
Con esta newsletter no pretendo transmitirte la idea de que todo el mundo necesite sentir, como yo, que su trabajo es su pasión. No. No todos somos iguales ni tenemos las mismas necesidades ni prioridades.
Pero si tú sí lo necesitas, no te conformes.
Te mereces tener un trabajo que te llene, te ilusione y te alimente el alma. Y si necesitas ayuda para encontrar tu camino, puedes contar conmigo. Aquí me tienes. Me encantará cogerte de la mano y hacer esto juntxs.
Feliz sábado.
P.D. 1: Si te apetece saber más sobre mi historia, en este capítulo de Reflejos de Vida te la cuento con pelos y señales. Ojalá te guste. Por cierto, hablando del podcast. El lunes te contaré en un nuevo capítulo cómo detectar tus talentos para que tú también puedas hacer de tu pasión, tu profesión.
P.D. 2: Si este Haz de Luz te ha gustado, te recomiendo mucho leer este. Fue el último del 2023 y es muy especial para mí. ‘Vivir, sentir y experimentar certeza’.
P.D. 3: Esto de las posdatas se me está yendo de las manos. En fin. El día 15 de mayo, a las 19.30, nos vemos en una quedada online (gratuita) para conocernos, charlar y ponernos al día. Será como tomarnos un café entre amigas. Algunas de vosotras ya os habéis apuntado. Qué ilusión, ¡gracias! Si te apetece unirte al plan, avísame y te mando la invitación.
Yo también estoy muy orgullosa de ti ☺️